Yo, puta

El ritual, es más o menos el mismo. La chica recibe una llamada, contesta las preguntas básicas (y una que otra pregunta descabellada que siempre llega a sorprender). Los amantes improvisados se ponen de acuerdo en el lugar y hora para el encuentro. Ella pide un taxi o sube a su carro y se dirige al hotel. Generalmente, en el ascensor revisa los últimos detalles: el cabello está acomodado, la piel huele bien, el aliento está fresco, el cuerpo dispuesto y la timidez de vacaciones. Toc, toc, toc.

Cuando la puerta se abre, un beso y algunas palabras amables rompen el hielo. Para completar el ambiente, un CD con música suave. La ropa, algo lindo y sexy, fácil de quitar cuando las prendas comiencen a estorbar, pero no tan provocativo que haga evidente el oficio. Pasamos a la acción.
Casi siempre, unos besos cariñosos (pero bien dados) son el mejor preámbulo para ponerse románticos, algunas veces, en cambio, si las ganas son muchas o el tiempo del cliente es poco, nos vamos a la cama sin trámites ni arrumacos previos. En cualquier caso, un oral bien atendido, siempre es una manera de empezar y el mejor pretexto para poner en su lugar, el condoncito que hará que la diversión sea segura.

Después de eso, la diferencia la hace el cliente. Hay de todo en esta viña del señor: clientes nobles, prudentes, cariñosos, ganosos, intensos, tranquilos, desesperados, hábiles, torpes, grandes, chicos, altos, bajitos, tiernos, rudos, inteligentes, chistosos, lentos, rápidos, normales, excéntricos, avaros, generosos y un sinfín de etcéteras. En cualquiera de los casos, son personas que han desembolsado para estar contigo un dinero que bien pudo ser para que cualquier otra de las chavas que nos anunciamos en internet le prestara exactamente lo mismo que tú. Nomás por eso, hay que ser consideradas y darles el mejor servicio posible.

Ese es el trabajo de una escort. Entender que cada cliente es una historia y que ninguno de ellos paga lo que paga sólo por el gusto de que le abras las piernas, sino por la emoción de hacer una travesura, de cumplir una fantasía o de ser mimado por una mujer hermosa. Por eso, lo nuestro no es atender urgencias, ni se limita a que nos paguen por dejarnos coger, si estamos bien pagadas, es porque, detrás de la juventud, el cuerpo y el maquillaje, hay una chica que sabrá consentirte, escucharte y hacerte sentir, justo eso por lo que estás pagando.

Esta no será la primera vez que Lulú, mi prima favorita, incursione en este viejo oficio, donde sé que se está desenvolviendo muy bien. Es, eso sí, un buen pretexto para presentarla en sociedad, y ayudándole a dar el brinco al Internet, desearle la mejor de las suertes en esta su nueva casa. Bienvenida primis, vecinita de blog y colega de profesión. Muchos besos.

Fernanda, Siempre