Hola, como quedé hace unos días, subo el texto de la publicación de hoy en El Gráfico, por si quieren comentarla... Mil besos...
¡Qué hermoso!
Querido Diario:
Qué hermoso, pero qué hermoso sexo el de aquel hombre. Podrás preguntarte qué puede tener de hermoso un pene, si no es más que una tripa con casco de haba, arrumbado en el rincón menos ventilado del cuerpo. Yo misma me lo pregunto después de la calentura ¿Qué puede tener de hermoso un pene? Pero tendrías que estar allí, en cuclillas, y ver aquel pedazo de carne prominente y firme apuntándote a la cara. Tocarlo y sentirlo, suave al tacto, con su piel delgada, el glande hinchado, redondo, limpio, perfecto, como la nuez de una avellana. Sentir latir las venas brinconas, formando caminitos caprichosos. Acariciarlo. Sentir el calor, calcular los centímetros, el diámetro, deducir qué tan bien se ajustará a la estrechez de mi sexo. Una macana perfecta para exorcizar el deseo de entre mis piernas. Siento un calor en el vientre bajo, unas cosquillas. Lubrico. Así ¿cómo no pensarlo? ¡Qué hermoso, pero qué hermoso sexo el de aquel hombre!
En realidad todo él era una hermosura. No un guapo cualquiera, no. De hecho, de cara más bien era varonil tirándole a feo. Digo hermoso, como es hermoso un paisaje rocoso o un monumento prehispánico. Rústico, duro, viril. Muy moreno, con el pelo cortito, cortito, la mandíbula cuadrada como la de Batman (de las caricaturas recientes). Ojos chiquitos y ralos, como de toro, facciones entre autóctonas y fieras. La espalda ancha. No mamado tipo “míster esteroides”, sino de esas espaldas que son grandes porque así es su complexión. El vientre plano. Sin cuadritos, nada que pareciera el resultado de quinientas abominables diarias en el Sport City, nomás un estómago duro y liso, suave al tacto, como los boilers esos que son cuadraditos por todos lados.
Las nalgas, esas sí redondas y duras. Paraditas, como nos gustan a las golosas. Unas piernas que parecían vigas, tapizadas por una alfombra de vello intensamente negro. En general un hombre aseado. Todo oliéndole a jabón y desodorante. Metí mis dedos entre el pelo de sus muslos. Me acerqué a su sexo y sonreí. No sé por qué, pero me sentía muy excitada y, como pocas veces, aprecié la hermosura de ese falo erecto y sentí un inmenso deseo de sentirlo dentro.
De inmediato le puse un condón y devoré aquel sexo urgido de atención. Chupé acariciándole el vientre, manteniendo el equilibrio con mis tacones y una de mis manos agarrada firmemente a su muslo. Chupé. Lamí. Gemí. Acaricié. Masturbé. Sentí como aquel hombre rudo se emocionaba y disfrutaba el gozoso tratamiento de mi boquita.
Es policía. Al verlo pensé que era militar, pero a la hora de platicar me contó que trabaja en la policía federal. Los policías federales son guapos. Siempre que veo una de sus trocas, con los polis trepados en la caja, con sus armas largas y sus caras serias, les echo un ojo por si veo uno que me lata, no porque piense coquetearles, nada más para darme el gusto de mirar tanta testosterona.
-Soy policía federal- Me dijo. No hice más preguntas al respecto y él no dio detalles. Hay trabajos de los que la gente prefiere no hablar. No necesariamente por algo malo o porque me haya tirado a un súper agente encubierto de la policía secreta. Simplemente hay chambas en las que el estrés y el tedio son tanto, que en cuanto no estás en ellas prefieres hablar de cualquier cosa, el clima, la música o si el color del techo es blanco o marfil, cualquier cosa antes de tener que hablar de lo que haces para ganarte el pan. Me pasa lo mismo con otros amigos que odian hablar del trabajo en cuanto salen de él.
Me hizo el amor con entusiasmo. Como soy chiquita y él enorme, me levantaba con facilidad. Me cargaba por debajo de los glúteos y, separándome las piernas instintivamente, me clavaba aquel hermoso sexo que me tenía tan excitada.
Se movía bien. No todos los hombres saben el secreto de los buenos movimientos en la cama. La mayoría se limitan al mete-saca, mete-saca… No me quejo. Después de todo, mi trabajo es que el cliente disfrute, no yo. Mi orgasmo (en el mejor de los casos) es un efecto colateral opcional.
Otros aplican la técnica de la licuadora. De algún modo, alguien ha hecho pensar a muchos hombres que moverse como si estuvieran batiendo huevos para hacer rompope tiene un efecto maravilloso en el orgasmo femenino ¡Error! El efecto de los vibradores sólo se consigue con vibradores. Ni metiéndote cuatro pilas triple A por el fundillo, va a poder el sexo humano imitar la potencia y pertinencia de un aparatito electrónico. No, la magia del sexo humano es otra.
Hacer el amor bien no tiene recetas breves. Es cuestión de práctica e intuición. Para mí, lo más sencillo sería compararlo con el ritmo del mar. Todo el tiempo entra y sale de la playa, pero nunca de la misma forma, jamás con el mismo ritmo. Cada ola, cada golpe, cada embestida es distinta a las demás, sin dejar de ser una caricia cadenciosa. El mar es el mejor amante del mundo.
Y así cogía el policía. Como el océano. Para cuando la marea llegó a su festín más alto, apreté mis manos a su cuello y, sintiendo cómo se venía aquel hombre enorme, me liberé para venirme yo también en un grito gustoso. Estaba pasándola tan bien, que apenas recordaba que debía apurarme, darme una ducha para quitar los besos policiacos y arreglarme para ir a cenar con el profe… mi… ¿novio?
Ah, si él supiera en las que anda su chaparrita adorada.
Hasta el jueves
orale lulu hoy sí aprendí un nuevo consejo para cuando tenga mi primera relación sexual gracias. Intentaré ser con el mar en esos movimientos. Att: @canox3punto1416
ResponderEliminarMe encanta leer tus publicaciones, no hay nada que llene mas mi dia que leerte, de verdad solo por eso compro el diario los martes y los jueves y cuando algun dia no lo hago me siento infiel de no haberte imaginado ese dia, he aprendido muchas cosas de ti y la mujer con la que estoy ha sido la mas agradecida espero un dia conocerte...
ResponderEliminarHola, tus experiencias, y vivencias, me hacen admirarte y ya la igual que muchas desearía conocerte. Eres increíble
ResponderEliminarDios te bendiga siempre
Casi no te leo pero cuando leo tu columna me llama la atencion la forma en q segun tu lo disfrutas y claro q me dan muchas ganas de conocerte y q me hagas explotar y sentir lo q tu haces sentir a los demas y mas q nada aprender.
ResponderEliminarHola lulu me encantan tu aventuras sabes siempre te leo no hay martes ni jueves que no este al pendiente de ti eres genial ojalá y escribieras todos los días
ResponderEliminarHola lulú, te me has vuelto toda una obsesión, ojalá algún día por azares del destino (ya ves que el destino es grande y ésta ciudad es chica) nos conocieramos, en el medio que te mueves o en el que no te mueves mucho, pero creo que si nos flecharíamos.
ResponderEliminarSaludos.