Dos mil trece



Querido 2013:

¿Qué te digo? Estás acabado. Das los últimos respiros de tus 365 días de vida. Hoy, mucha gente en el mundo se prepara para recibir a tu sucesor, con los más sinceros deseos de que sea mejor que tú.

Disculpa la rudeza. No te escribo a modo de reclamo ni tengo la intención de ofenderte. Buenas o malas ¿tú qué culpa puedes tener de las cosas que nos sucedieron mientras transcurrías? Ultimadamadresmente, tú eres como los trenes, simplemente recorres tu camino, lo que sucede en cada vagón, es cosa de quienes lo ocupan.

De todos modos ya estamos listos para corear la cuenta regresiva. Para endosarle al año que entra todos tus pendientes. Admitámoslo amigo, una de las cualidades del ser humano es nuestra capacidad de confiar en que todo tiempo venidero será mejor. No lo podemos evitar, no lo tomes personal, estamos hechos de esperanza. Ella nos mueve, nos motiva, nos convence de que, aun en los peores momentos, mientras haya pulso en nuestras venas y aire en nuestros pulmones, habrá siempre la posibilidad de que todo se componga, que le salgan peras al olmo, que se nos aparezca el genio de la lámpara o el hada bonachona que nos cante Bíbidi Bábidi Bu y todo se arregle. Estamos predispuestos a pensar, que si la suerte nos da la espalda, es para que podamos chulearle las nalgas.

Así fue hace un año, cuando despedimos al 2012 y pusimos en tu espalda de recién nacido la responsabilidad de ser el mejor año de nuestras vidas. Levantamos las copas y te hicimos jurar en silencio que te encargarías de cumplir nuestros deseos y ayudarnos a alcanzar metas. Claro, no somos ingenuos, las cosas no vienen solas, por eso nos pusimos chones rojos para que te encargaras de que no faltara un corazón que le pusiera sabor a nuestros días y calor a nuestras noches o estrenamos unas coquetas tangas amarillas, para que te aseguraras de que no faltara morralla en nuestras alcancías. Pusimos maletas en la puerta para que nos llevaras de viaje más allá de Oaxtepec, barrimos la entrada de nuestras casas, para echar a la calle la mala vibra del 2011, colgamos en la puerta un borreguito, para que al menos en la casa la lana no faltara, al sonar las campanadas que anunciaron tu llegada nos atragantamos doce uvas para que cada uno de tus meses fueran memorables y, desde luego, en cuanto llegaste brindamos y nos abrazamos, con nuestro corazón hinchado de esperanza, deseando que fueras suficientemente generoso como para garantizarnos trecientos sesenta y cinco días de salud, dinero y amor. No te puedes quejar, te la dejamos baratita.

El caso es que te acabaste. Agonizas. Al rato, estaremos barriendo tus malas vibras y cargando al lomo del 2014 la injusta responsabilidad de llevar todas las promesas que dejaste incumplidas. Estás en la lona, más noqueado que Paquiao, y ni yendo a bailar a Chalma alcanzas a ponerte al corriente en estas últimas horas de tu corta vida, con todo lo que nos quedaste a deber.

Sí, te dije que no es reclamo, ya sé que tú no tienes la culpa de nada. No es necesario que saques a relucir tu vocación de Poncio Pilatos. Puedes irte con la conciencia tranquila, todos sabemos que cada quien es responsable de sus propios propósitos.

Aunque la neta, la pones difícil, bien dicen que hacer dieta es el propósito más común en la noche de año nuevo. Claro que cada quien es responsable de lo que se mete al buche, pero no vas a decir que nada tienes que ver con el boicot a los propósitos, cuando apenas asumidos, pones en tu calendario partir la rosca de reyes y la tamaliza de la Candelaria.

Ayer atendí a un cliente. Era un hombre maduro. Cabello blanco, barba tipo Freud, impecable, con un traje de lino color café claro, zapatos escrupulosamente boleados, lentes de óvalo, con armazón dorado muy delgado, olía un poco a tabaco y mucho a perfume. Hicimos el amor despacio, con cierta galantería que me hace sentir muy cómoda con los clientes mayores.

Hablamos de ti. Él me dijo que te consideraba un buen año, aunque a su edad le cuesta trabajo recordar uno que pueda ser mucho más importante que los otros: el año en el que se enamoró, el año en el que nacieron sus hijos, en el que se hizo abuelo, en el que viajó a Europa, en el que murieron sus padres o en el que enviudó.

-Lo importante- me dijo con cierta nostalgia -no son los años que pasan, sino las cosas que nos dejan y las que nos quitan.

Tengo que reconocer, querido 2013, que te he de recordar como un año agridulce. Te vas habiéndome dado y quitado más que cualquier otro. Me enamoré. Se fue lejos. Me desenamoré. Conocí a Iván. Me volví a enamorar. Hice nuevos amigos, trabajé mucho. Por fin fue publicado mi libro, Los Secretos de Lulú Petite ¡Qué día más emocionante cuando lo vi a la venta en una tienda departamental! Murió Mat. Qué día más negro y absurdo. Lloré hasta quedarme seca. Lo sigo llorando.

Por eso no te reclamo ¿Tú qué? Sólo pasaste, dejándonos historias para contar y otras sólo para recordar. Por eso decidí que para 2014 no voy a hacerme propósitos. Mejor, cada día me levantaré y me haré un único y mismo propósito: “ser feliz hoy”, si lo consigo razonablemente seguido, el que inicia será un año maravilloso. Hasta siempre 2013 y gracias.

¡Feliz 2014!
Lulú Petite






Ya está a la venta











Ahora tu regalo porno de hoy. Recuerda. Aguas al abrirlo, si estás acompañado, tu compañía puede llevarse una sorpresa...






Los secretos



Estaba atendiendo a un cliente cuando recibí el correo electrónico. Era de la editorial de mi libro:
“Hola Lulú” decía “Me es muy grato comunicarte que ya recibí físico el libro en el almacén y ya estamos en el proceso de distribución a los puntos de venta”.
.
De la purita alegría di un salto a la cama. Así encuerada, empecé a bailarle al cliente de la emoción. Hace mucho empecé a escribir esas memorias de mi infancia, de cuando comencé en esto y de cómo conocía al hada. Pasó mucho para saber que ya está en librerías.
.
Entre besos y gritos le conté al cliente la noticia. No sé si también le dio gusto la noticia, si se solidarizó con mi alegría o nomás me siguió la corriente, pero se portó a todo dar. A penas estaba reponiéndome cuando recibí un mensaje en Twitter, de alguien que me avisaba que lo acababa de comprar en la feria del libro del Zócalo y hasta me mandó una foto. De verdad que estaba contenta.
.
El libro se llama “Los secretos de Lulú Petite”, es de Editorial SELECTOR, la mejor del mundo y ya se está distribuyendo en librerías de toda la república. Es mitad confesión y mitad relato humorístico de los torcidos caminos que me trajeron a vender medias (horas de placer). Lo escribí con mucho amor y ganas de que quien lo lea, lo disfrute.
.
A la venta en Sótano, Casa del libro, Gonvill, Gandhi, Liverpool, Sanborns entre muchas otras. Si no lo encuentras y lo quieres puedes comprarlo por internet en Amazon, Gandhi o la página de Selector aquí:

botones

Ahorita el libro también se está vendiendo en la FIL de Guadalajara.

O sea ¿cómo? ¿Vives en Guadalajara, está la FIL y no has ido por mi libro en el stand de Editorial Selector? ¡No inventes! Veee yaaaaaa... 

Si lo compras tómale una foto con tu celular y súbela a facebook o a twitter, avísame para que la vea y te daré un regalito sorpresa que te va a gustar y no te va a doler...



Anda vaaaasssss....



¿Qué dijiste? ¿Hoy no hubo regalito pornocho?

¡Claro que sí!

AQUÍ
DESCARGAR REGALO

Nomás que aguas porque son los siete pecados capitales en versión muy XXX así que aguas dónde lo abras, no vayas a estar en la oficina y te cachen con las manos en la masa... (cuata)

Mil besos y no dejes de comprar el libro, te va a gustar...



Enlaces


   
   
   
   

 
 
 



Gracias Lulú



La monotonía, no siempre es tediosa, si, es cierto que todos los días en esencia es lo mismo: para quien labora todos los días son de friega y para quien estudia, prácticamente igual, las amas de casa todos los días se dedican a lo mismo, pero siempre, siempre hay algo, algo nuevo, algo diferente, algo que le da chispa a tu diario vivir, y si no crees que sea así probablemente te cierras demasiado a tu mundo, bloqueas los sentidos y no te permites ver lo que podría regalarte una sonrisa.

Hola, Soy Karola, tengo 18 años y puedo considerarme la mayor admiradora de la dueña de este blog, aunque sé que muchos piensan lo mismo, ese viernes 15 pudo haber sido un día equis, entré a facebook desde el teléfono como todas las noches antes de dormirme y vi esa publicación por concursar, si, gané el libro de Lulú :) ...benditas redes sociales..!!!  Entre pequeñas conversaciones....aquí estoy. La guapa del periódico, la licenciada, la magnifica escort, y sobre todo la gran mujer me ha dado la oportunidad de estar escribiendo aquí las ideas de una bipolar inspiración, varios días, varias veces, quise escribirles pero no sabía ni qué, en fin quería presentarme, "estrenarme" aquí y agradecerle a la Petite. Por aquí andaré muchachones escribiendo y compartiendo cosas que espero les gusten, por cierto...¿Ya compraron hoy el Gráfico?  Mi nombre y el de mis amigos anda por ahí.

Gracias Lulú.

Frente frío


Mi colaboración de hoy en El Gráfico

Martes, 19 de noviembre de 2013

Querido Diario:

No sé si viene un invierno duro. Lo que sí sé es que con la entrada de los frentes fríos de la semana pasada, despertar y salir de las cobijas es una proeza. Especialmente cuando estás sepultada por unos cinco kilogramos de mullidas y calientitas cobijas y en posición de cucharita, con las piernas trenzadas de un hombre con el que te sientes a gusto.

Abrí los ojos y me sentí tan cómoda que volví a cerrarlos. Trato de ser disciplinada. Habitualmente me despierto muy temprano, pasaditas las seis de la mañana, es un hábito que me hice en la escuela y que no quiero perder.

Saco a pasear a mis perritos, me doy un baño, voy al gimnasio, tomo un desayuno saludable, vuelvo a bañarme y, sólo entonces, empiezo a arreglarme para que comience mi día laboral, ya sabes, atender llamadas.

Eso sí, cuando el mundo está tan frío que nomás falta ver pingüinos, la dudas un poco, pero si como dije, además estás bien acompañada, mandas al carajo la disciplina.

Estábamos acostados de lado, yo viendo hacia mi ventana, él acoplado a mí, como cucharitas. De pronto, entre el sueño y la vigilia, sentí su miembro enorme rozar mis nalgas sobre mi pijama.

No sabía si Iván ya había despertado, o simplemente era una de esas erecciones mañaneras con las que reciben muchos hombres un nuevo día. Sentía su respiración en mi oreja, calientita, rítmica y la caricia traviesa de ese falo duro en mi trasero. Me restregué un poco.

Él reaccionó de inmediato. No sé si lo desperté con mi movimiento de cadera o ya lo estaba y trataba de calarme, el caso es que le di un arrimón que no dejaba lugar a dudas de que le estaba pidiendo pelea.

Él se sacó su miembro y, por encima de mi pijama, lo metió entre mis muslos y comenzó a moverse lentamente mientras me besaba el cuello, los hombros y murmuraba cosas cachondas a mi oído. Me tenía rodeada con sus brazos, jugando con mis pezones entre sus dedos, apretando la curvatura de mis senos, metiendo su mano por debajo de la blusa de mi pijama, acariciándome el vientre, poniéndome la piel chinita.

Su falo, moviéndose sobre la franela de mi pijama, me estaba haciendo lubricar copiosamente.

-Estás empapada- Me dijo
-¡Métemela!- Ordené pasándole un preservativo que tenía en el buró dispuesto para esas emergencias.

Después del sexo nos quedamos un buen rato en la cama, acurrucados, calientitos, besándonos, sintiéndonos. Me habría quedado así todo el día, pero él tenía que ir a su oficina.

Preparé algo de desayunar mientras se duchaba. Cuando se fue a su oficina, encendí mi celular de trabajo y me metí a la regadera.

Atendí a mi primer cliente poco después del mediodía. Era un hombre con poco más de cincuenta años, pero con el cabello tupido de canas prematuras, entretejidas con su pelo negro, le daban un tono gris claro muy atractivo.

Mientras me hacía el amor me quedó claro que el hombre traía unas tremendas ganas de coger. Lo hacía con urgencia, como un adolescente primerizo. Buscando, tocando, besando, restregando. Sexo desesperado. Apenas le puse el condón, me la dejó ir, él arrodillado a la orilla de la cama, yo acostada con la mirada al techo, recibí su penetración apremiante, jalándome de la cintura, moviéndose rápido, sentí entrar y salir su erección palpitante, hasta que ahogó un grito y se vació en el preservativo. Como si lo hubieran fulminado, se dejó caer de espaldas a un lado mío, con la mirada perdida en el techo y respirando agotadamente con una sonrisa en sus labios.

-¡Wow!- Dijo -Estuvo de lujo. Hacía meses que no cogía- remató.

A veces pregunto, otras no. En esta ocasión no me pareció sensato preguntar la causa de su ayuno. Razones puede haber muchas, y parte de mi chamba es escucharlas si el cliente quiere contarlas, pero no tratar de averiguarlo. Una buena parte de la razón de que nuestros clientes pagan lo que cobramos las prostitutas de lujo, es que somos una suerte de terapeutas no acreditadas. Escuchamos sin juzgar, siempre poniéndonos del lado del cliente. Parte de eso es saber cuándo no hacer preguntas.

El cliente tenía prisa, así que como se vino, se fue: rapidito. Yo me quedé en el cuarto dándome la ducha de rigor después de atender a un cliente. Estaba en eso cuando me llegó un mensaje de texto a mi celular, era de David.

“No sabía cómo decirte, pero quiero que sepas que sí sé con qué nombre te anuncias para tu trabajo y que he leído lo que escribes. Sólo quería que estuvieras enterada”.

No sé si fue el tan sonado frente frío o la sorpresa, pero en ese momento sentí un estremecimiento que me heló.

-¡Ay güey!- pensé

Hasta el jueves
Lulú Petite

Pagar

Libro de regalo



¿Te quieres ganar un libro de “Los Secretos de Lulú Petite” firmado y con un besito en la primera hoja?

¡EDITORIAL SELECTOR Y YO TE LO REGALAMOS!

Claro, por concurso. En Twitter y en Facebook. 

LAS REGLAS DEL JUEGO:

En twitter:

1. Debes seguirme en twitter, cuenta: @lulu_petite.
2: Debes Retwittear (con la función, no poner RT) un tuit mío que dice: “Ya está a la venta #LosSecretos de @lulu_petite de @EditorSelector, búscalo si quieres leer algo sexy: http://lulupetite.net/wp/?p=986”
3. Escribe en un tuit la razón por la que quieres el libro, usando el HashTag #LosSecretos y “arrobándome” (@lulu_petite). Ejemplo: “#LosSecretos @lulu_petite lo quiero por curiosidad” o “#LosSecretos @lulu_petite regálamelo porque soy tu mejor cliente”.
4. Pídele a tus amigos que retuitién tu tuit.
5. Los tres tuits con sus razones que, hasta las 11:59 de la noche de este viernes 15 de noviembre hayan sido retuiteados por más personas se llevarán el libro.

En Facebook:

Escribí una entrada en mi cuenta de facebook (https://www.facebook.com/feisdelulu?ref=hl) con las reglas del juego, entra allí. Para participar:

1. Debes dar me gusta y compartir dicha entrada. 
2. En el árbol de dicha entrada debes escribir la razón por la que quieres el libro. 
3. Pídele a tus amigos que den “me gusta” a tu respuesta y, si quieren, que compartan mi entrada.
4. Las dos respuestas que consigan más “me gusta” , hasta las 11:59 de la noche de este viernes 15 de noviembre, se llevarán el libro.

Próximamente, regalaré más libros…

Dan asco


Desearía que esta imagen no sea real. Una mala broma con Photoshop, un montaje, un elefante entrenado, no sé, cualquier cosa que pueda hacer pensar que esa vileza no es cierta. Lo malo es que todo indica lo contrario.

En la foto vemos el cadáver de un elefante, todavía con la comida en la boca, que contrasta con lo que parece ser una familia de asesinos ricos luciendo grandes sonrisas.

¿En qué piensa alguien cuando le dispara a un animal tan hermoso para divertirse? ¿Quiénes son esas personas que sonríen a la cámara en un safari millonario quitándole lo monótono a sus vidas metiéndole de balazos a un animal como ese? ¿Qué puede tener de divertido, de enorgullecedor, de inteligente?

Pinche gente. Dan asco.

Los secretos

1422502_669798263052555_576049658_n

“Pero igual quieres saber. Tu vocación de amigo íntimo no te permite quedarte con versiones azucaradas de las cosas. Pues agárrate, porque así te purgues, hoy lo voy a contar todo. Desde el tiempo en que me las daba de niña bien portada, hasta la prostitución y los excesos. Te voy a contar de esta carrera de obstáculos que terminó siendo de resistencia.
Te voy a contar, igual que cuando nos quedábamos horas ensabanados platicando nuestras vidas, la neta de la mía, así que aquí te dejo, en episodios ligeros, mi traqueteada reputación, para que te diviertas un rato y hagas con ella un papalote”.

Así termina el primer capítulo de un testimonio irreverente, a veces sarcástico, otras perturbador, que documenta, sin someterlo a juicio, el fenómeno social de la prostitución de lujo en el México de principios de este siglo.

“Los secretos de Lulú Petite” es una novela autobiográfica, también es una pícara crónica testimonial de lo que sucede en un mundo de lujos y sexo pagado, donde todo parece posible y aceptable. Es un relato crudo, que podría parecer una apología de la prostitución, a no ser porque su narración honesta, plagada de sentido del humor, exhibe con franqueza los claroscuros de ese submundo.

El resultado es un libro con cualidades: sensual como las cincuenta sombras de Gray y ocurrente como Diablo Guardián, sólo que en esta historia, absolutamente todo sucedió realmente…

Todas mis colaboraciones en El Gráfico


Si quieres leer lo que he escrito en el periódico, todas mis colaboraciones en El Gráfico están en internet a un par de clicks de distancia.

Las primeras las puedes ver aquí. tengo desde la uno, hasta la 305 en: http://lulupetite.net/grafico/

Todas las demás, de la 306 en adelante, cada martes y jueves se actualizan en:


Si te las pierdes, es porque quieres...

Te mando un beso...


Si quieres que te lo dé, LLÁMAME...





Regalito




Hola,

¿Qué tal? Pues de nuevo, saludándote. Hace mucho que no dejaba regalitos ¿Verdad? Como me los han estado pidiendo, trataré de hacerlo de nuevo, mensajitos con algún regalo pornocho, como para calentar el ambiente y, claro invitándote a conocerme un poco más leyéndome en mi blog, en El Gráfico o, claro, contratándome para tener un rato de novios.

Si quieres coger conmigo, llámame al 5532725022.
Las fechas en las que voy a estar en diferentes ciudades son:





Te dejo el PowerPoint de regalito.Estoy segura de que te va a gustar ¿Lo quieres ver?


Que lo disfrutes...

Besos
Lulú Petite


Si no te late que te siga enviando correos, con confianza da clic abajo y te dejo en paz, no vayas a creer que soy spamera, ahora que si me das la oportunidad, te haré llegar muchas sorpresas sexys ¿Va?...

Un pañuelo


Querido Diario:

-Estoy en la habitación 405- Me dijo después de una hora de estar esperando su llamada en un centro comercial.

Francamente soy impaciente, me choca esperar, pero en esta ocasión era normal que se tardara. A decir verdad la ciudad estaba de cabeza. Entre manifestaciones y el tráfico habitual de la hora pico, las calles parecían estacionamientos.

El centro comercial queda cerca del motel, por eso muchas veces, entre un compromiso y otro, mato el tiempo paseándome por las tiendas, comprando alguna baratija o simplemente me siento en una cafetería y, mientras tomo algo, aprovecho para revisar twitter, facebook y demás.

A veces me encuentro a una que otra colega y a algunos clientes que, probablemente por las mismas razones, frecuentan ese lugar. También allí, por azares del destino, conocí a Iván, el chavo con quien estoy saliendo, quien a pesar de ser mi vecino y de habernos visto muchas veces, fue hasta el día que nos encontramos allí cuando al fin nos presentamos y comenzamos algo que se está poniendo padre. Esa noche quedé de acompañarlo a una cena con su jefe y compañeros de trabajo. De esas veces que da gusto y nervios que te quiera presentar con la gente de su chamba.

Justo antes de recibir la llamada del cliente confirmando el número de habitación, me topé con Marcos un señor al que acababa de atender, un hombre maduro, guapo, de ojos verdes y solemne calva. Hacía unos minutos había sido mi cliente y ahora estaba como esperando a alguien a la entrada de un restaurante. Nos saludamos a distancia y yo fui por mi coche al estacionamiento, mientras bajaba entró una llamada de Iván, no contesté, simplemente me subí al coche y fui a trabajar.

Afortunadamente alcancé a llegar al motel justo antes de que se cayera uno de esos aguaceros furiosos. Subí a la habitación y toqué la puerta.

No te imaginas lo hermoso que estaba el cabrón que me abrió. Te juro que di un paso hacia atrás para revisar si había llamado a la habitación correcta. Era un chavo rubio, de unos veinticinco años, ojos verdes muy expresivos. Se parecía muchísimo a Alexander Acha, el hijo de Emmanuel.

Cuando pasé a la habitación la tormenta estaba más brava. El granizo golpeaba las ventanas haciendo parecer que terminarían por romperse, era tan fuerte el estruendo que resultaba difícil escucharlo, supongo que por eso no platicamos mucho.

Cuando me acerqué puso su mano en mi nuca y me dio un beso, despacito me empezó a besar el cuello, las mejillas, la frente hasta regresar a mi boca, que lo esperaba entreabierta. Me desabrochó la blusa y la fue resbalando por mi piel hasta quitármela, volvió a besarme el cuello, los hombros y los labios, mientras con un hábil movimiento de dedos me quitó el sostén, liberando mis pezones endurecidos, que rogaban los llevara a su boca.

Con sus labios en mis senos, sus manos en mis nalgas y el aguacero acribillando las ventanas, sentí unas ganas locas de que me hiciera suya, de que me tumbara en la cama y me cogiera con ese fuego que ya hacía arder la habitación.

Nos terminamos de desnudar a prisa, casi arrancándonos las prendas. Sin dejar de besarnos nos tiramos en la cama. Yo me puse flojita y lo dejé recorrer todo mi cuerpo con su lengua. Estaba tan caliente, que cuando acercó sus labios a mi sexo, el puro calor de su aliento me hizo estremecer.

Entonces me beso los muslos, metiéndome mano, acariciándome, lamiendo instintivamente entre mis piernas. Yo estaba encantada, disfrutando los esmeros de este hermoso chavo, dejándolo hacer y deshacer con mi cuerpo a su antojo. Cuando al fin me la iba a meter, me miró fijamente apuntando entre mis muslos la punta de su sexo envuelta en látex, sabía que me esperaba una cogida deliciosa. Así fue.

Cuando nos despedimos, la lluvia ya era apenas un chipi-chipi. Igual que nosotros, después de la tempestad el cielo recobraba la calma. Me despedí todavía sintiendo las pulsaciones del orgasmo palpitándome entre las piernas y haciéndome brincar el pecho. Le di un beso sabiendo que, probablemente, no volveré a verlo. Así es este negocio, la mayoría de los clientes te cogen una vez y nunca más. Supongo que es parte del encanto del oficio, el placer sin consecuencias ni compromisos.

Alcancé a llegar a mi depa con tiempo suficiente para cambiarme e ir a cenar con mi adorado Iván. Neta que después de atender clientes así, hasta me apena tener novio. Me di una ducha, me puse linda y, cuando llegó, bajé a recibirlo. Al subirme a su coche me disparó la primera sorpresa:

-Bebé, te vi en el centro comercial- Me dijo con calma antes de encender el coche, claro, yo quise que me tragara la tierra, pero no tenía nada qué reclamar, así que callé y lo dejé seguir.

-Ibas como alma que lleva el diablo- agregó- Llamé a tu teléfono, pero no respondiste. Comí allí con Don Marcos, mi jefe y habría querido presentártelo.

¿Alguna vez has sentido que tu estómago se hace atole? Ya te imaginarás el pinche susto. Ok, el mundo es chiquito como un pañuelo, pero ¿de tanto maldito pañuelo me tenía que tocar el pedacito con el moco embarrado? ¿Le caigo tan del nabo a la casualidad para que Don Marcos, el jefe de mi güey, sea el viejito que me cogí? ¿Qué decía? ¿Cómo escapaba? El carro ya estaba andando, además de tragar saliva. Ni para dónde hacerme.

Hasta el martes
Lulú Petite

Una tarde ajetreada



Querido diario:

Fue una tarde ajetreada. Como a las cinco atendí a un cliente. Se llama Marcos, es un hombre de sesenta y siete años, apuesto, casi calvo, con una franja de cabello blanco en nuca y sienes, ojos verdes muy expresivos, labios delgados y sonrisa apacible. Cara de inteligente. Seguramente hace no muchos años era guapísimo, aún ahora es atractivo.

Comenzamos con un sesenta y nueve. Yo, sentada en su cara, recibiendo entre mis piernas las caricias de su lengua y labios, me doblaba completamente para comerme su erección.

Después me tomó las piernas y las puso sobre sus hombros. Apretaba mis senos y jugaba con mis pezones, me gustó. Su pecho estaba tapizado de pelo gris, olía bien. Me penetraba despacio, pero con entusiasmo, sosteniéndose con las manos y metiéndomela con un movimiento suave. Se vino mientras besaba mis labios. Francamente lo disfruté.

Conversamos un rato. No intentó hacerme el amor de nuevo. A su edad, me dijo, terminar una vez ya es para presumirlo. A decir verdad, creo que exageraba, efectivamente es grande, pero en todo momento su erección fue perfecta y su desempeño vigoroso. No sé si los usó, pero con los medicamentos de hoy, la edad de la clientela se ha incrementado considerablemente.

Besé sus labios antes de irme, él sonrió y dijo que le gustaría volver a verme. Creo que quedó contento.

En el elevador revisé mi celular. Tenía varias llamadas perdidas de distintos teléfonos y tres de un mismo número. Quien llamó varias veces dejó también un mensaje de texto pidiendo que, si me era posible, le devolviera la llamada. Le marqué cuando subí al coche, quería que nos viéramos. Dijo que saldría de inmediato rumbo al motel.

Él estaba por Marina Nacional y yo en Patriotismo, el tiempo en llegar de un lugar a otro no debían ser más de quince minutos, así que volver a casa era una pérdida de tiempo. Fui a un centro comercial que está cerca del motel donde atiendo. El mismo centro comercial donde, gracias a la casualidad, hace casi dos meses me encontré con Iván, el vecino guapo con el que ahora ando.

Estando allí no pude evitar ponerme paranoica. Nunca le he preguntado a Iván qué hacía ahí, si va muy seguido, si corro el riesgo de volvérmelo a topar. Esa noche quedamos de salir a cenar y, francamente, a veces me pone de nervios saber que vivimos y nos movemos tan cerca que pueda llegar a descubrir más de lo que le he dicho.

Tenía un amigo que decía que la casualidad no existe, las coincidencias sí. La gente se encuentra por las cosas, lugares, horarios y costumbres que comparte. Con Iván son demasiadas las cosas que nos hacen coincidir, especialmente las geográficas. Tengo que ser muy cuidadosa para que no me cache en la jugada, o simplemente armarme de valor, confesarle que soy puta y que sea lo que tenga que ser.

Pasaron veinticinco minutos y el cliente no llamaba para confirmar el número de habitación. Comenzaba a impacientarme cuando entró su llamada:

-Discúlpame- dijo -voy en camino, pero el tráfico está imposible, supongo que todavía tardo una media hora.

Era de suponerse. Entre manifestaciones y el trajín habitual, la ciudad estaba de cabeza. Me senté a tomar una naranjada y a tuitear desde el teléfono.

Me encanta Twitter. Me divierte. He de aclararte que, con todo y mi oficio, no me considero una sextuitera, de esas que escriben con extrema vulgaridad y publican fotos tan explícitas que parecen tomadas durante sus consultas ginecológicas. Eso me parece de lo más grotesco. Prefiero comportarme en redes sociales tal y como soy, escribir lo que me viene a la cabeza, con algo de humor, mucho sarcasmo y un poco de picardía.

Claro, también escribo sobre sexo y mis servicios, pero más para estimular la imaginación de mis posibles clientes que para cachondearlos.

Estuve tuiteando un rato. Cuando alcé la vista vi a Marcos, el señor que me acababa de tirar, el cliente de sesenta y siete años, caminando por la tienda como esperando a alguien. Me vio y nos sonreímos a manera de saludo. Ya llevaba una hora allí y comenzaba a impacientarme cuando entró la llamada del cliente.

-Estoy en la habitación 405.

Cuando bajaba al estacionamiento entró una llamada de Iván, no le contesté, llevaba prisa y no habría sabido qué explicarle. Salí del centro comercial que está a dos minutos del motel, prácticamente de una esquina a otra. De cualquier modo el tráfico era verdaderamente pesado, de esas veces que ves cómo quienes van a pie avanzan más rápido que tú en coche.

Tardé quince minutos en llegar al motel, subí al elevador y toqué a la puerta de la habitación de mi cliente.

Escuché sus pasos acercarse. Ese justo momento en que respiras hondo para entrar al ruedo. Nunca sabes quién abrirá la puerta. Francamente no me importa la apariencia, con que sea limpio y amable me doy por satisfecha, lo cierto es que, tampoco me esperaba que me recibiera un tipo tan canijamente guapo como el que tenía enfrente. Y la tarde apenas estaba poniéndose interesante, pero te sigo contando el jueves.

Un beso
Lulú Petite

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...