Ya estoy en Tuxtla, mi teléfono es el 9611329203
Hoy, tres...
No uno, ni dos... TRES regalitos hoy, sólo para ti.
Sólo tienes que dar click sobre las fotos para descubrirlos.
Recuerda tener cuidado antes de abrirlos, son XXX
P.D. Deja un comentario
REGALO UNO
Y claro, te invito a mi rifa.
¿El premio? YO
REGALO DOS
REGALO TRES
Ya lista mi próxima GIRA
25 de mayo único día en Puebla
31 de mayo Único día en Oaxaca
1 de junio único día en Tuxtla Gutiérrez
7 de junio único día en Coatzacoalcos
8 de junio único día en Veracruz
Próximamente León, Aguascalientes, Morelia
Mis maestras y Fuentes
Hoy me pondré seria y aburrida:
Escribir es un asunto de importancia. Eso lo aprendí joven,
en la secundaria, cuando “miss” Leticia, mi maestra de español, nos pidió que leyéramos
aquellos libros breves, pero decisivos: La metamorfosis, de Kafka, Pedro
Páramo, de Rulfo, Juan Salvador Gaviota, de Bach, El Principito de De
Saint-Exupéry, Los cachorros de Vargas Llosa, y, desde luego, Aura, de Carlos
Fuentes. No formaban parte del Programa de Estudios aprobado por la SEP, pero
acordamos guardarle el secreto. Ella nos enseñó a leer por gusto.
En la prepa, la maestra Rocío, de Literatura, nos enfrentó a
libros tal vez no menos importantes, pero sí más voluminosos. Fue un placer
leer y discutir con ella Cien años de soledad, de García Márquez, Los
Miserables, de Víctor Hugo, Narraciones Extraordinarias de Poe, el Aleph de
Borges y Rayuela de Cortazar.
Con ellas aprendí a respetar el oficio del escritor. Entendí
que escribir no es simplemente poner en letras una secuencia más o menos ordenada
de ideas. Escribir, al menos como ellos lo hacían, era construir un legado
democrático de imaginación, al que podemos acceder todos (siempre que un
maestro nos enseñe a interpretar estos signos abstractos, a convertir en letras
las arañitas de tinta).
Lo que leí después de la prepa lo escogí yo. Me encanta la
emoción de respirar profundo y darle vuelta a la última página de un libro.
En los tiempos de secundaria y preparatoria, me formé una
imagen -tal vez alimentada por el entusiasmo de mis profesoras- de aquellos personajes
que fundaron y dieron fuerza al llamado boom latinoamericano. Me imaginaba, en
mis locas fantasías, lo divertida que podía ser una reunión entre Fuentes,
Monsivais y Cortazar, lo interesante que habría sido escuchar hablar a Rulfo o
a Borges, lo desconcertante que habrá sido ver a Vargas Llosa atestar un
puñetazo a García Márquez, lo maravilloso que habría sido conocer Comala,
Macondo o la región más transparente (sobre la que hoy se ha levantado una
ciudad que ya no se le parece), ser a ratos como la maga, como Beatriz Viterbo,
Susana San Juan, Remedios, la bella o, claro, la sensual Aura. A sus autores me
habría encantado conocerlos, estrechar su mano, agradecerles esas fascinantes lecturas.
Hoy Carlos Fuentes ya no está vivo. No es mucha la
diferencia, en los años que compartimos tiempo, lugar y vida, no tuve la
oportunidad de estar frente a él. No sé entonces porqué de todos modos me
siento un poco huérfana. Como si se hubiera extinto con él una generación.
No hay modo de sustituirlo. Su pérdida -cuando era el
sobreviviente nacional de esa generación mágica y enigmática- nos deja sin un
referente, sin esa figura con la autoridad moral y cultural para decir con
franqueza y sin titubeos lo que él consideraba la diferencia entre lo bueno y
lo malo, lo moral y lo inmoral, lo inteligente y lo burdo. Siempre ofreciendo esa apariencia de hombre
bueno, lúcido, sano, generoso, con esa apariencia de ser eterno. Fue una sorpresa su muerte y será una muy dolorosa pena su ausencia,
aunque no lo conociera más allá de sus letras.
Siento que, para México, es el fin de una era. Habrá que
trabajar mucho, muchísimo, para que alguien, algún día, pueda calzar sus
zapatos.
Todo esto, además, en 15 de mayo, oportunidad amarga para
agradecer a aquellas maestras, en su día, porque al menos en mi caso cumplieron
su misión, parieron una lectora.
Si quieres hacer un homenaje a Carlos Fuentes o celebrar el
día del maestro, no sólo escribas un tuit o una entrada en tu Facebook, busca
tiempo y lee un buen libro.
En fin, me puse cursi.
Un beso
Lulú
¿De quién es hija?
¿Sabes de quién es hija?
Mírala bien...
¿Aún no estás seguro?
Mírala de nuevo, búscale el parecido
¿De plano no la reconoces?
Pues yo tampoco, pero...
¿A poco no se te antojó?
A mí sí me conoces y conmigo
NO TIENE PORQUÉ
QUEDAR EN ANTOJO
MÍMATE Y DEJA QUE TE MIME
"ANTOJITOS MEXICANOS",
LLAME AL:
5532725022
PD Las fotos se agrandan si das click sobre ellas, son HD para tu goce personal, sólo cuidado, no apuntes a la pantalla porque luego queda pegajosa...
A la madre
El año pasado recibí treinta y tres mensajes de texto,
cincuenta y ocho correos electrónicos, sesenta tuits y sesenta y dos llamadas
el diez de mayo diciéndome ¡Felicidades mamacita! Las agradecí como un detalle
buena onda y un cortés ja, ja, ja. Hoy, a la 1:30 de la madrugada ya llevo ocho
felicitaciones identicas.
Pero igual en 2012 el saludo puede ser más creativo. Podríamos
mandar felicitar “a la chingada”, pues yo conozco a muchos de sus hijos (que no
son todos los que dicen en el Laberinto de la Soledad). Hace un rato, por
ejemplo, envié un mail con tres onzas de veneno, en el que felicité a un ex,
porque recordé que entre las piernas le cuelga una madrecita. A otro el año
pasado, la felicitación fue porque, conociéndolo bien, vale madres. Y a todos
ustedes, la felicitación de 2012 va porque los quiero de a madres.
En cualquier caso, ser mamá es un oficio más maravilloso.
Para serlo se necesita aprender un poquito de todo, tener una paciencia budista
y un temperamento de plomo, así que a las mamás de a de veras, vale la pena felicitarlas y consentirlas.
En mi caso, siempre agradeceré los recaditos lindos y los
chistes en buena onda, así que cualquier ¡Felicidades mamacita! Será bien
recibido, pero sabrán que original, original, lo que se dice original, no es.
Eso sí, no será bien recibido un “felicidades madrecita” ni
equivalencias. Una cosa es que feliciten y otra que me echen madres, ja, ja, ja.
Bueno. Mientras, los dejo con Gloria Trevi, cortesía del Pávido Návido…
Mis nuevas fotos
Da clic sobre cada imagen...
Unas fotos son de enero
Otras fotos son de mayo
Pero la rifa, es de desmayo...
Julia
He bromeado desde ayer sobre el debate en mi cuenta de
twitter. Ya he dicho que, sin filias ni fobias, mi interés en la política se limita a entintar mi pulgar cada tres años por los candidatos o candidatas que me convencen. Siempre lo hago con la esperanza de que quien gane lo haga lo mejor posible.
Aunque en lo personal sé por quién voy a votar, el debate de anoche, que escuché
atentamente, me pareció un mal ejercicio. Cada quien derrotando a quien
quiso derrotar, un debate donde cada cual se declara ganador y donde los únicos
que perdimos fuimos quienes quisimos una oportunidad de contrastar ideas más
allá de las obviedades.
En el debate destacó la presencia de Julia Orayen. Una mujer
que trabaja como edecán y decidió usar la ropa con la que apareció a cuadro.
Muchos errores habrá en su contratación, bueno sería saber cuánto paga el IFE
por la aparición de una edecán en televisión, cómo se toman las decisiones para
su contratación, cómo se revisa qué va a salir en pantalla y qué efectos puede
tener en un debate.
Lo que no es correcto es convertir ese tema en el centro de
la discusión. Ya el IFE se disculpó “por el indignante vestuario de la edecán
que reproduce un lamentable estereotipo y distrae la atención de lo
verdaderamente importante”.
¿Qué? Me pregunto sorprendida. ¿Ahora el IFE, además de
organizar elecciones piensa erigirse en tribunal talibán de vestimenta y buenas
costumbres? ¿En el segundo debate se solicitará usar burka? No. Si un candidato
no supo controlar su libido y volteó a ver donde no le estaban llamando, si
nadie tuvo el tino de calcular antes de transmitir, que el vestuario también es
parte de la sobriedad de un evento imparcial y establecerlo como se debió
establecer cada detalle.
Creo que el problema no es cómo decida vestir una mujer ni
que su belleza, figura o escote resulten insultantes o estereotípicos para los
ojos de quien la mira. Lo importante está en que ella pueda hacerlo sin que eso
la convierta en blanco de calificativos, lo importante es que podamos madurar
para no convertir un cuerpo femenino en el centro de la polémica en un tema tan
importante, lo importante es que se tenga la sensibilidad para producir debates
sobrios, que no piensen que la presencia femenina debe ser decorativa y sobre
esa base contraten asistentes.
En lo que no estoy de acuerdo es en calificar a Julia, su
forma de vestir o las actividades que ha hecho antes de ayer. Esa es su vida,
su bronca y sus gustos. Bien por ella y ojalá en lo personal le sirvan estos
reflectores.
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