Amigos con beneficios


Soy F. Chilanga de nacimiento, malhablada, metiche, joven, descarada, rubia natural, pechugona artificial, desmadrosa, soñadora y americanista. También soy promiscua, adultera, reventada, caprichosa, bisexual, multipolar, obsesiva, juguetona, divertida, dicharachera y, por si fuera poco, cinera. Así que de vez en cuando estaré por aquí, comentando las películas en cartelera, tal vez no sirve para un carajo, pero al menos me desahogo si son malas y me regocijo si son buenas.

Comienzo por Amigos con Beneficios: Justin Timberlake y Mila Kunis, guapo y guapa. Él ex Club de Disney, ex 'N Sync, ex de Britney y ex de Cameron. Ella, unos los ojos verdes más lindos de Hollywood, divertida, ex That '70s show, ex de Macaulay Culkin (hecf) y muy ovacionada por su aparición en El cisne negro. Al menos por ellos, la película llama la atención.

En la película, ambos con su vida romántica de cabeza. Ella es una head hunter y él un editor muy chingón de sitios web. Se hacen amigos y deciden que, siendo jóvenes y bellos, van a cogerse cariño. Naturalmente es predecible, pero es una de esas películas pasables, que puede un chavo llevar a ver a su chava. Ella saldrá contenta y él, se consentirá la retina con Mila Kunis, además varias apariciones de famosos no estelares tipo Woody Harrelson o Emma Stone, la hacen más padre.


Por otro lado está Si fueras yo, con Ryan Reynolds y Jason Bateman. Muy mala. Además, obviamente, de predecible ¿Qué vale la pena? Para nosotras: ver a Reynolds, aunque se ve mejor en Linterna Verde. Para ellos: las escenas de Olivia Wilde, la Trece de Dr. House, una mujer extraordinariamente guapa que además hace un breve pero rico toples y también el toples y desnudo de espaldas de Leslie Mann, que justo antes de cagarla (literalmente ), deja ver que tiene un cuerpazo a pesar de andar acariciando las 40 primaveras.


Invitados

A partir de hoy ¿Por qué no? Tendré la participación de escritores invitados en mi blog. Empezaré con dos.

1) La primera, se llama... digamos que F. Es colega, con sexperiencia en el rollo de escribir y un mal gusto crónico por películas taquilleras. Lo mismo ve Don Gato y su Pandilla versión 2011 que alguna fumadera del Festival de cine francés. De todos modos, su recomendación siempre será más bien cercana a la neta. No va a recomendar una película nomás porque alguien diga que es buena. Simplemente es de las que dicen, sin fastidiarte el final, si una película es divertida o no. Generalmente le atina. F. escribirá de cine.


2) El segundo es un cabrón. Vamos a llamarle Mr. Chóstomo. Buen cliente y vivaz forero. Generalmente es un hombre de bien, exitoso, trabajador, de mediana edad, casado, pero de pronto le entran ganas de coger y le sale lo fiestero.  Hace años. después de meterse en líos al enredarse en una relación extramarital, cambió el riesgo de tener una amante, por la seguridad del sexo 100% sin compromiso con chicas de alquiler. Por eso practica la sana actividad de contratar chavas de internet, agencias, casas de masajes y otros tugurios. Mr. Ch. nos contará sus historias.

Estoy segura de que les van a gustar...

La falda-jeans...



El extraño caso de los jeans que se convierten en falda.

Si, lo sé, lo sé. A veces una la riega y hay que trapearla. Todos tenemos derecho a cometer una Ninelada de vez en cuando. Me he reído mucho con los jalones de orejas, pero me explico:

Ciertamente, para salir me puse una blusa roja y unos jeans ajustados. Al escribir la narración originalmente, era más larga de la que se publicó. A veces pasa que me voy de largo escribiendo y quedan las colaboraciones muy extensas, entonces le recorto acá y allá para dejarla más ligerita y seducir sin aburrir. Trato de no pasarme de 4500 caracteres.

En mi primera narración, explico que los jeans me los quité en el pasillo y como la blusa era larga y me llega a mitad del muslo, a la hora de adecuar la narración de lo que pasó ya en mi cama, preferí cambiar "me subió la blusa" por "me subió la falda", pues me ahorraba la explicación de los jeans y se leía más sexy, pero olvidé modificar al principio la parte de los jeans. La cosa es que iba vestida más o menos con ropita como la que aparece en la ilustración de arriba. No soy parienta de Harry Potter para cambiar de ropa por arte de magia.

Ni modo, fue una Ninelada, accidente de revisión. Si al mejor cazador se le va la liebre, qué puedo decir yo que no sé cazar ni moscas.

En fin, bienvenido el cotorreo...

Un beso.

No, no estoy...


El fin de semana fui salí a reventar y me encontré con Goliat. Hacía rato que no lo veía. Estaba fuera de la ciudad, pero apenas volvió, se comunicó con mi amiga, la Shikis y me puso una emboscada. Estaba tomando un chupe cuando su voz me prendió todas las alarmas. Creo que ya estaba lubricando cuando volteé a encontrarme con sus ojos.

Me encanta Goliat; no es bonito, por el contrario, su cara es ruda, varonil, pero no bonita. Eso sí, sus piernas de futbolista y pompas redondas, sus hombros y espalda de escultura griega, su abdomen que hace parecer un estorbo a las camisas y su sexo, que sin ser gigantesco, es del tamaño perfecto para embonar conmigo. Además es divertido, es caballeroso y coge delicioso.

De inmediato nos besamos y terminamos en mi depa, en pelotas, hechos bolita. Claro, el martes lo contaré con más detalle en El Gráfico pero adelanto vísperas...

Sí, me encanta coger con él, pero no, no estoy enamorada.

¡Viva México!


Por ser una ocasión especial, va acá la columna de hoy en El Gráfico


Querido Diario:

Siempre me va bien en quince de septiembre. Será porque es día de fiesta, inicio de puente y, como cereza en el pastel ¡Quincena! Así que no faltan los cachondos caballeros, con billetes en la cartera, a los que se les antoje celebrar las fiestas patrias poniéndole con una chilanguita tan mexicana como el tequila, buena para la pirotecnia sexual y mucho más segura para dar el grito libertario que cualquier plaza pública. 


Además, siempre me he considerado patriota. No en el sentido de que piense empuñar un estandarte y encabezar una revolución, pero sí porque a pesar de mis deslices y poca vergüenza, amo a mi tierra y estoy muy orgullosa de ella. Tal vez es algo que le aprendí a mi abuela. Se pone tan contenta en estos días. A veces, cuando éramos chamacos íbamos con ella a alguna plaza a dar el grito, ver los castillos y celebrar, con antojitos y confeti un año más de independencia. Cuando no salíamos, lo celebrábamos en su casa. Ella preparaba pozole, poníamos el grito en la tele y a las once en punto, primos, tíos, abuelos y demás barriada gritábamos todos los vivas posibles a nuestro México independiente. Luego salíamos a tronar cohetes (antes de que los prohibieran) y nos acostábamos a dormir, esperando en la mañana subir al techo a ver los aviones militares surcar el cielo, dando fe de la libertad que nos heredaron nuestros héroes. 

Cuando me volví rebelde y empecé a trabajar rentando ratos, aprendí que el quince de septiembre es buen día para el trabajo. Que entre fiesta y fiesta a la gente le dan ganas de coger. Afortunadamente, como un regalo del destino, siempre me ha tocado atender a personas interesantes en fiestas patrias. Algunas que simplemente se han portado lindas, otras, que me han dado lecciones inolvidables. 

Una vez, trabajando, alguien me dijo que "Patria es lo que cada mexicano puede hacer por otro", fue tan emotivo que se me quedó muy grabado. En otra ocasión, el hada nos mandó a una fiesta mexicana. Era una pachanga en grande. Como cincuenta señores, varias chavas amateurs y unas treinta profesionales enviadas por el hada. Era en un casonón en un residencial rumbo a Querétaro. A mí me tocó atender a un chavito de Morelia, joven y medio tímido. No hablaba mucho, pero andaba tan cachondo que metía mano por donde se pudiera. En el jardín había varias mesas que, después de la cena, se convirtieron en parte del mobiliario para la orgía. Yo estaba en una silla, cuando él se levantó y, blandiendo su sexo frente a mi rostro, me pidió que se lo chupara. A un lado nuestro, en plena acción estaba un señor ya grande con una rubia exuberante que lo cabalgaba sobre la mesa. Yo tenía las manos en las nachas del chavo y mi boquita atendiendo su petición, cuando de pronto ¡Zaz! La mesa se vino abajo con todo y el viejito y su vaquera, que a medio rodeo provocó que las patas del mueble se vencieran. 


Fue tal el susto que nos llevamos que casi le muerdo la corneta a mi joven cliente. Ahí si hubiera dado el grito, pero no de independencia. Afortunadamente todo quedó en sobada para ellos, risa para nosotros y la interrupción del coito para todos. Nos acomodamos la ropa y nos fuimos a una alberca a platicar un rato. Allí, tendidos en el césped, comenzamos de nuevo, después nos quedamos recostados viendo el cielo. Estuvimos platicando tanto tiempo que nos hicimos cuates y seguimos frecuentándonos. 

Una noche, hace justamente tres años, mi amigo celebraba el 15 de septiembre en Morelia, su ciudad, cuando en la noche una granada convirtió la fiesta en tragedia. Me enteré tiempo después que él estaba allí, viéndolo todo desde la terraza de un hotel. Cuando nos vimos me contó y le pregunté si no tenía miedo. 

-Miedo no- me respondió -coraje sí. Curiosamente, si cedemos al miedo ganan los cobardes y ante los problemas, la gente debemos ser más grandes que nuestros miedos. 

Hace tres años Morelia nos quitó la inocencia, hace unas semanas Monterrey nos llamó a madurar, a recordar que a pesar de los pesares, de las injusticias, de la incertidumbre, tenemos mucha patria. Que hay mil cosas con las que no podemos estar de acuerdo y mil más de las que estamos hartos, pero que a pesar de todo, hay una patria que trasciende infamias y esa patria la hacemos la gente buena, la que puede mirar a la bandera cada 15 de septiembre y gritarle ¡VIVA MÉXICO!

P.D. Según sé, cuando una obra de teatro llega a las cien representaciones le develan una placa. Hoy, con la que está en tus manos, este espacio sexoso-chocarrero llegó a sus cien publicaciones. No habrá placa que develar, pero no quiero dejar de aprovechar el chance para agradecer a quienes tienen la gentileza de leerla y al equipo de El Gráfico, que ha tenido la paciencia de publicarla.

¡Feliz grito!

Lugares públicos


Platicaba el martes en El Gráfico sobre las vicisitudes de que te agarren las calenturas en un lugar público. Es sabroso ¿No? Hacer el amor en un coche, en un bosque, en el baño de un restaurante, en un avión, en la playa. Quien no ha vivido esa experiencia se ha perdido de mucho.

Una vez me cacharon. Fue en un centro comercial, saliendo del cine ya muy noche. Todo parecía tan solo que se nos hizo fácil meternos al baño de mujeres. No contamos, claro, con que en esos lugares hay cámaras por todos lados. Estábamos ya agasajándonos, haciendo contorciones en una cabina, cuando de pronto dan tres macanazos en la puerta que casi nos caemos al retrete.

Después de una más o menos generosa mordida al guardia de seguridad, pudimos ahorrarnos el oso de tener que dar explicaciones ante cualquier matute con aires de juez cívico. De todos modos, la adrenalina hace que esas experiencias valgan la pena o ¿Cómo ven?

¿Han tenido relaciones en lugares públicos? ¿Sí o no es riquísimo?

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...