¿Te quedas a comer?

Colaboración envida por "R"

Hola Lulú, la verdad encontré tu columna en El Grafico que le robé a mi papá y ps desde ahí te busqué en internet y di con tu blog. Me encanta leerte, creo que lo que haces es muy valiente y te admiro no todas tenemos los huev..... que tú ya demostraste tener.

Me llamo R tengo y 21 años. Te dejo mi relato a ver qué te parece, espero verlo publicado porque me gusta mucho escribir y me encantaría verlo en tu blog, claro si te gusta, aquí te va:

¡Carajo! Lo primero que pensé al subirme al camión fue que ya era tardísimo. Ni siquiera sabia bien a dónde iba, apenas y me había dicho cómo llegar porque en ese momento cayó mi novio y tuve que salirme en friega del chat. Con trabajos llegué al lugar de la cita y tuve que preguntar en mil lugares y bueno cuando por fin llegué, él ya estaba ahí en su coche con los ojos cerrados. Seguramente estaba crudo (eso ya no era raro en él). Me acerqué y toqué su vidrio, abrió los ojos y sonrió ampliamente como la última vez que nos vimos.

Él y yo ya teníamos nuestra historia. Fuimos novios de hace como dos años, él tenia 19 y yo 16. Fue una relación bonita y muy apasionada (aunque jamás llegamos a hacer el amor porque yo sentía que no era mi momento) Terminamos porque se fue con la primera nalgas paradas que si le aflojo.

Después de mucho tiempo de no vernos, nos encontramos en facebook y pensé que ya era demasiado tiempo para seguir guardando rencor. Después de varios mensajitos facebookeros y una que otra conversación por chat, quedamos de volver a vernos. Me invitó a desayunar a su casa.

Salió de su coche y nos abrazamos, había hecho ejercicio se sentía mas durito y estaba más bueno que mango de temporada. Cuando lo abracé sentí esa chispa que te recorre el cuerpo, de esas veces cuando sientes como un respingo entre las piernas. Me abrió la puerta del coche y, sin decir más, me subí.

Me contó que tenia novia, pero que no estaba muy seguro con ella, que está estudiando mercadotecnia y ya empezaba a trabajar. Llegamos a su casa y empezamos a recodar viejos tiempos, que si él me engaño, que si yo nunca le dije lo que de verdad sentía y cosas así. Nos reíamos como locos cuando recordábamos todas las cosas que vivimos pero el tema que nunca debe tocarse entre ex-novios salió a la luz.

-¿Te acuerdas "ese día" en tu casa??- me preguntó
-ja, ja, ja, ja, ja, si caray, ya ni me digas... apenas estábamos en eso de ver qué onda
-hay ¿Me crees si te dijera que nunca te pude olvidar?
-No digas tonterías, lo nuestro ya fue... creo que mejor me voy
-¿Cómo que ya? Al menos come conmigo, a eso venimos
-Es que no me siento cómoda, tengo novio

La verdad es que yo tampoco lo había olvidado y nada más de recordar se me puso la piel chinita.
Llegamos a la puerta y me preguntó si de verdad me quería ir al tiempo que me daba un beso de esos que te prenden al instante yo ya ni pude hacer nada solo me puse flojita y me deje llevar.

Primero caricias pequeñas pero fue subiendo el ritmo hasta que estábamos instalados en un faje espectacular, ahí en plena puerta, sentía sus manos recorriéndome, su boca saboreando cada beso, su mano se colándose debajo de mi blusa.

De pronto me cargó y me llevó adentro, me puso sobre la mesa en la que habíamos desayunado, me levantó la falda, apretó mis piernas y empezó a besarlas subiendo hasta mi sexo.

-Cógeme- Le supliqué
-Estaba esperando que lo dijeras

Me sonrió, me dio la vuelta y me mostró de frente su enorme pene. Me puse de rodillas y se lo chupé un buen rato, lo sentí crecer en mi boca, moverse y lubricar. Luego me trepó en la mesa y se dejó ir con todo mientras yo clavaba mis uñas en su espalda.

Cambiamos de posición varias veces, de perrito, misionero y todas las que se nos ocurrían. Después nos acurrucamos y, mientras nuestras respiraciones se iban calmando, nos quedamos calladitos, hasta que me miró y con la sonrisa que me conquistó, me dijo

-Bueno ¿Entonces qué? ¿Te quedas a comer?